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SINFONÍA DE LOS JARDINES
Por Rafael Coronel G.
Antofagasta, primer domingo de abril (año ¿?)
En Antofagasta se ha publicado
este libro y el poeta es de La Serena. Cada poema es bello, original; tiene
algunos versos y estrofas completas en que ya se siente una garra de artista
inconfundible; cada poema puede ponerse en una antolojía al lado de cualquiera
de los artistas de Chile.
Las dádivas más hermosas – Lo bello es inútil –
Los jardines de Antofagasta – El jentil regalo de las flores – Puntos de
contacto entre un Alcalde y un poeta – La dádiva lírica de Gustavo Alvial - ¿Un
loco despilfarro de mil pesos?
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El joven poeta Gustavo Alvial en la edición de Sinfonías de los Jardines |
Un canario melancólico que en las teclas de un
piano vecino canta en la tarde de domingo, me obliga a hablar de un libro
publicado hace no mucho en Antofagasta y al que se ha atacado con la
displicencia y la hostilidad con que, con frecuencia, algunos escritores de la
capital y ya con nombre, reciben a los de provincias y a los que llegan, a los
nuevos.
Ese canario que suena a media cuadra de esta
redacción, me indica que hay almas para quienes tienen un sentido la poesía, la
música. ¿Por qué no hablar para ellas de cosas que les interesan?
¿Cuál es la dádiva más hermosa?, empiezo por
preguntarme. La desinteresada.
Antofagasta sabe de esas dádivas.
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Portada de Sinfonías de los Jardines |
Un pueblo que artificialmente ha levantado
sobre su suelo rocoso hermosos jardines, en los que se alborotan rondas de
niños, centenares de cabecitas doradas y negras, es porque siente como una
necesidad la presencia de las flores.
Los jardines ¿no son belleza, color, perfume?
Las mañanas radiantes, las tardes tristes, frías
y desoladas; las noches en que llueve a chorros la luna sobre los caminos,
sobre los bancos y sobre el follaje:
saben cómo viven en los jardines los niños, las
personas desengañadas, los que viven un maravilloso instante de ilusión.
Esos jardines no han existido por sí mismos.
Han sido creados por la mano del hombre, por una intelijencia desinteresada,
por un corazón.
El sentir disperso en todos se concretó en una
persona y ella asoció su nombre a tan bella obra.
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Ejemplar de la obra - Archivo familiar |
Era el anhelo colectivo, vagamente experimentado
y casi no expresado, que, para ser realizado, necesitó de un hombre que diera
oído a esas voces, que las concretara.
Se hicieron los jardines y se hizo la dádiva de
ellos a los niños, a los enamorados, a los que quieren olvidar por momentos sus
burdos y matadores trabajos en que se lucha por el vestido, por la comida y por
la vivienda.
Esa jenerosa y jentil dádiva no ha terminado
ahí. ¿No sabemos acaso que, gratuitamente, hasta donde lo permite la
conservación de los jardines se dan ramos semanales de flores a las familias?
He ahí la dádiva del pan de belleza y de
perfume.
En una ciudad así, ¿Cómo no creer en que no
solo están latentes, sino que actúan y viven con intensidad esas aspiraciones
desinteresadas, en que desaparece la lucha y en que los corazones se emocionan
y sueñan en una cordial fraternidad?
Al hablar de poesía, no hay, pues, que temer
que la voz suene en el vacío. Habrá muchos espíritus aptos para recibir esa dádiva
de belleza.
Con esa confianza, sin recelo, acerquemos por
un instante al Alcalde de los jardines, aquel por el cual las casas tienen ramos
de flores todas las semanas, a un poeta que ha percibido también voces que
llaman a todas las almas y que él las ha dado forma en un libro, que es su dádiva:
dádiva lírica, dádiva desinteresada.
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Regionalista.cl |
Mil pesos o más ha invertido este poeta para
editar cien ejemplares.
¿Quién va a comprar un libro de versos por 10
pesos? Está muy cara la vida. Nadie. Además, se trata de un desconocido. ¿No
habrá publicado talvez por vanidad? ¿Y vamos a darle en el gusto? ¿Fomentar su
egolatría? Qué ¡esperanza! ¿Y qué de valor puede decirnos?
En todo esto ha reparado el artista y con la
debida anticipación no ha pensado en recuperar su dinero. Cien ejemplares son
pocos y en el reparto dentro y fuera del país, hay para que estén casi
agotados.
Así, pues, la edición, como las flores de los
jardines de Antofagasta, no se ha hecho con un fin comercial.
Un despilfarro loco … Mil pesos que se botan a
la calle. ¡Mil pesos! Mil pesos que se invierten en una cosa inútil … ¿inútil?
¿Cómo es eso? ¿Lo bello, lo desinteresado, puede llamarse inútil?
En ningún caso. El poeta, en definitiva, ha creado
su obra, la ha publicado, sin esperar – al igual que los jardines - elojio
alguno, ni menos ganancia, por pequeña que sea.
¡Es la dádiva! Ha cumplido con esa ansia de
todos los que sienten algo noble, digno de ser ofrecido, dentro de sí y que lo
entregan - tal vez imperfecto, tal vez sin aprisionar toda la angustia de
belleza que palpitó en la jestación de los poemas – a las almas de los demás.
Leyendo
con detención, con sensibilidad y valorando estéticamente el libro “Sinfonía de
los Jardines” hay que anotar desde luego el prólogo original - en forma de diálogo
– por Mario Bonatt. No deja de ser interesante este prólogo, porque el que
analiza – el yo – se adjetiva
intencionalmente un vulgar.
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Archivo familiar |
Paradójicamente, el espíritu de Bonatt no
revela a un vulgar. Sino a un espíritu que puede clasificarse como esclavo de
del estilo, como un parnasiano de la prosa.
No obstante, el prólogo – por corresponder a un
yo, un vulgar – no desenvuelve como Gautier en “Las Flores del Mal” – lo más
valioso, lo más personal de la poesía de Gustavo Alvial. Y es una lástima,
porque Mario Bonatt estuvo en la posibilidad de hacerlo.
Estimo que el prólogo tiene ese fin; es un
puente sutil entre el lector corriente – culto, con sensibilidad – y el poeta,
en aquellos puntos de su obra en que es más inaccesible, en que debe ser enfocado
con más detención.
Analizado severamente, como no puede menos de
hacerse, al tratarse del libro de un verdadero artista – y no de un aficionado,
de un extraño a estos ritos de desnudez espiritual – hay que reconocer en cuanto
a estilo algunos descuidos de forma.
En cuanto a la médula de la obra, talvez no hay
aún formada una poderosa personalidad a pesar de saber que existen personalidades
multifásicas. Alvial está en ese período en que el espíritu se derrama por
todos los caminos o sigue como una llama sin fijeza alguna.
Esta informa o de la más moderna poesía y
aunque conscientemente no se subordina a tal o cual factura estética, no ha
adquirido aún ese estilo personal, inconfundible, con el cual se está lejos de
todo, aunque todos influyen de manera fatal en el artista.
Como obra de arte personal, no debe, pues, todavía
considerarse este libro. Hay en él, sí, inquietud
espiritual, hay sensibilidad, hay originalidad aislada, lo que es mucho ya.
Ampliemos un tanto, por ser necesario. Cada
poema es bello, original; tiene algunos versos y estrofas completas en que ya
se siente una garra de artista inconfundible; cada poema puede ponerse en una
antolojía al lado de cualquiera de los artistas de Chile; sin embargo, del
libro, en conjunto, no se levanta, definida e inconfundible, una personalidad.
Pero la inquietud, la sensibilidad, la orijinalidad
aislada que he señalado, son factores importantísimos; y por esto el libro es
bello, tiene un estilo cuidadoso y cada poema nos lleva por un derrotero, ya
fantástico o sentimental.
En Antofagasta se ha publicado este libro y el
poeta es de La Serena. De allí es también Gabriela Mistral; no obstante y como
debía serlos, sus voces son distintas.
La cultura artística de Alvial es absolutamente
europea. Sus autores preferidos, claramente se percibe que son Francis Jammes y
Azorín y Baroja, para sentir los pueblos.
RAFAEL CORONEL G.
Antofagasta, primer domingo de abril.
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Archivo familiar |
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Archivo familiar |
Trasncripción y recopilación de imágenes: Luis Gavilán Rojas
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